El ‘Laboratorio de Calidad del Aire’, dependiente del Gobierno canario y del CSIC, analiza más de mil muestras en su primer año de estudio en las islas

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La Consejería de Transición Ecológica y Energía del Gobierno de Canarias y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han presentado los resultados del primer año de funcionamiento del Laboratorio de Calidad del Aire de Canarias (AirCanLab). Un centro de investigación científico inaugurado el pasado año a través de un convenio de 2,6 millones de euros y que nace como una prueba más del compromiso del Ejecutivo regional por el estudio de la calidad del aire en las islas.

El acto tuvo lugar en la sede del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC), con la participación del consejero de Transición Ecológica y Energía del Gobierno de Canarias, Mariano Hernández Zapata; del vicepresidente de Organización y Relaciones Institucionales del CSIC, Carlos Closa Montero; y del investigador responsable del laboratorio, Sergio Rodríguez González.

Según explicó el consejero, Mariano H. Zapata, durante el 2024 el AirCanLab “analizó un total de 1.064 muestras de partículas PM10 —uno de los principales indicadores de calidad del aire— recogidas en cuatro estaciones del archipiélago: La Graciosa, Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife”. En cada muestra se identificaron más de 80 elementos y compuestos químicos distintos, “un trabajo ha permitido conocer con precisión la composición del aire en Canarias y, sobre todo, el origen de las partículas respirables que afectan tanto a la salud humana como al medio ambiente”.

En palabras del consejero, se trata de una información “clave para diseñar políticas públicas eficaces que protejan tanto a las personas como a nuestros ecosistemas”.

Además, destacó que los resultados respaldan que “la mayor parte de la contaminación no se genera en Canarias, sino que nos llega desde fuera”, por lo que afirmó que “será necesario trabajar con otras regiones vecinas para afrontar este desafío”.

Por su parte, el vicepresidente del CSIC, Carlos Closa, puso en valor la colaboración institucional que ha hecho posible la puesta en marcha de este laboratorio y subrayó “el papel de la ciencia para dar respuestas concretas a los retos ambientales de nuestro tiempo”. Closa recordó que el CSIC lleva décadas investigando en Canarias y que el AirCanLab refuerza esta línea de trabajo aplicada al bienestar de la ciudadanía.

Los resultados del laboratorio indican que las partículas PM10 en Canarias tienen cuatro fuentes principales: la sal marina (de origen natural), las emisiones locales (principalmente tráfico), el polvo sahariano transportado por calimas, y la contaminación industrial procedente de África continental.

Como explicó el investigador responsable del laboratorio, Sergio Rodríguez, “los datos confirman que, en condiciones normales, el aire que llega a Canarias con los alisios es muy limpio”. En esos casos, los niveles de partículas se sitúan en torno a los 22 microgramos por metro cúbico de aire, con más del 50 % correspondiente a sal marina y un 25 % a emisiones locales. “Sin embargo, cuando las masas de aire provienen del norte de África, se producen episodios de contaminación transfronteriza” por lo que, en esas ocasiones, se detectan niveles elevados de nitratos, sulfatos, aerosoles orgánicos y metales pesados asociados a la actividad industrial de países como Marruecos y Argelia, que albergan refinerías, plantas de fertilizantes, centrales eléctricas y metalúrgicas”.

Según el responsable del laboratorio, “estos contaminantes pueden multiplicar por veinte sus concentraciones respecto a un día normal” y afectar no solo a la salud, sino también a la biodiversidad terrestre y marina del entorno.

A esto se suma el impacto de las calimas, fenómenos ya habituales en el archipiélago y que durante 2024 provocaron los niveles más altos de partículas respirables. Durante los días de calima se llegaron a registrar hasta 300 microgramos por metro cúbico de PM10. El 70 % de esas partículas eran polvo del desierto, seguido de un 15 a 18 % de contaminación industrial africana, un 10 % de sal marina y apenas un 2 % de emisiones locales.

Una herramienta para anticipar emergencias ambientales

El laboratorio AirCanLab no solo tiene una función investigadora. También se ha convertido en una pieza clave para apoyar al Gobierno de Canarias en la gestión de situaciones de emergencia ambiental, para poder abordar emergencias como las ligadas a la evaluación del impacto de calimas, incendios forestales y fenómenos extremos.

Desde 2020 Canarias ha sufrido las calimas más intensas desde que existen registros, y fenómenos como el gran incendio de Tenerife en 2023 han puesto a prueba los sistemas de respuesta, por lo que contar con un laboratorio de referencia como el AirCanLab permite recopilar datos para hacer evaluaciones de impacto con datos científicos contrastados.

Información técnica sobre el AirCanLab

Las estaciones de muestreo del AirCanLab están distribuidas por el archipiélago de forma que recopilan datos que permiten determinar diariamente la composición química de las partículas respirables y cuantificar la procedente del exterior de Canarias y la emitida en las islas.

Las mediciones se llevan a cabo en La Graciosa, que actúa como “cero de Canarias” y que es representativa del aporte que llega con los vientos alisios, en Puerto del Rosario, en Fuerteventura, una de las vías de entrada de las calimas de polvo sahariano, y en Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, las mayores urbes del archipiélago. A estas estaciones se unirán más adelante otras dos que se ubicarán en el sur de Gran Canaria y de Tenerife, otras de las vías de entrada del polvo sahariano.

El AirCanlab está localizado en el IPNA-CSIC, en La Laguna, Tenerife. Su equipamiento científico permite determinar, en cada una de las muestras hasta 80 especies químicas, con las que estudiar la composición de la sal marina, la del polvo del Sahara, metales pesados con orígenes diversos, sales procedentes de contaminantes ácidos, carbono elemental (una métrica del hollín), carbono orgánico total y una amplia variedad de compuestos orgánicos de numerosas fuentes como pueden ser coches, barcos, vegetación o incendios, entre otros.

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