Un proyecto municipal mejora la comunicación familiar y previene conductas de riesgo en la infancia y juventud portuense

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El área de Drogodependencias del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, que dirige el edil Alberto Cabo, a través del Servicio Municipal de Prevención de Adicciones (SMPAD), ha culminado con éxito la intervención en la Ludoteca El Caracol y en la Fundación Don Bosco gracias al proyecto ‘Tejiendo Puentes’.

Esta iniciativa, que surge en respuesta a la necesidad detectada de fortalecer la convivencia armoniosa y mejorar la gestión de conflictos en los ámbitos de infancia y juventud, ha tenido un resultado muy positivo, con familias que lograron acuerdos sostenibles y una mejora significativa en su dinámica de comunicación.

En las encuestas de satisfacción realizadas tras el proyecto, el 92% de los jóvenes valoraron positivamente la utilidad de los talleres. Asimismo, se logró consolidar redes de apoyo comunitario entre profesionales, jóvenes y familias, lo que refuerza la sostenibilidad del trabajo realizado. Asimismo, el 70% de los jóvenes participantes mejoraron sus habilidades de escucha activa y comunicación asertiva, indicadores clave del fortalecimiento de sus competencias socioemocionales. El eje central del proyecto ha sido la mediación, entendida no solo como una herramienta para resolver conflictos, sino como una estrategia transformadora que fomenta la comunicación efectiva, la escucha activa y la prevención de conductas de riesgo.

El concejal Alberto Cabo puso de manifiesto que este proyecto “ha demostrado ser una iniciativa de gran impacto social, no solo por su capacidad de prevenir conflictos y conductas de riesgo, sino por su contribución directa a la promoción de competencias esenciales para una convivencia saludable. La apuesta por la mediación como estrategia preventiva ha resultado ser eficaz tanto en el plano individual como en el colectivo. Por ello, se recomienda la continuidad y ampliación de este tipo de intervenciones en el municipio, como forma de fortalecer el tejido social y prevenir situaciones de vulnerabilidad desde una perspectiva integral y comunitaria”.

En cuanto al plan de acción, las personas destinatarias del proyecto incluyeron a 35 niños y niñas de la Ludoteca Caracol, 10 jóvenes y 2 monitores de la Fundación Don Bosco, 11 madres y padres de los menores participantes, así como 9 profesionales de ambas instituciones. La diversidad y representatividad de los participantes permitió una intervención amplia e inclusiva, que abarcó distintos niveles de influencia social.

La fundamentación del proyecto se basó en cinco pilares interrelacionados. En primer lugar, se parte de la prevención de adicciones, reconociendo la relación directa entre la falta de habilidades emocionales, la gestión inadecuada de conflictos y la aparición de conductas de riesgo como el consumo de sustancias. En segundo lugar, se destacó el fortalecimiento de la salud socioemocional mediante la promoción de la resiliencia, la empatía y el autocontrol, habilidades fundamentales en entornos familiares y educativos saludables. Además, se atendió específicamente a infancias y juventudes en situación de riesgo social, interviniendo directamente en los entornos donde se desarrollan.

Otro pilar relevante es la formación y empoderamiento comunitario, que consistió en capacitar a profesionales y familias para asegurar la sostenibilidad de las herramientas adquiridas. Finalmente, se buscó generar un impacto comunitario positivo promoviendo una cultura de diálogo, colaboración y cohesión social.

La metodología aplicada se dividió en dos líneas de intervención complementarias. La primera fue la línea formativa, que consistió en el desarrollo de talleres participativos dirigidos tanto a jóvenes de entre 7 y 21 años como a profesionales educativos y sociales de las entidades implicadas.

En estos talleres se trabajaron competencias como la escucha activa, la comunicación asertiva, la gestión emocional y la resolución pacífica de conflictos. Para ello, se utilizaron metodologías activas como dinámicas grupales, análisis de casos reales y espacios de reflexión colectiva. La segunda línea fue la intervención directa mediante procesos de mediación familiar, específicamente con dos familias previamente identificadas en la Ludoteca Caracol. Cada proceso de mediación se estructuró en tres sesiones: una primera de exploración del conflicto y las necesidades de cada parte, una segunda de facilitación del diálogo, y una tercera orientada a la construcción de acuerdos sostenibles.

Estas sesiones fueron guiadas por una mediadora especializada y adaptadas a las dinámicas particulares de cada familia.

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